Estimado lector, continuamos con el tema más arriba
señalado, el mismo es con la finalidad de educar e informar y no suplir el diagnóstico
médico. Permítanme compartir este verso: deseo que
tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como
prospera tu alma. (3Jn 1:2)
En la edición anterior, decíamos que no debemos esperar que se produzcan
milagros de curación en nuestros días simplemente cuando lo deseamos por
razones médicas, sino más bien cuando es necesario autenticar e ilustrar la
palabra de Dios o la autoridad de sus siervos, y la Biblia no ofrece muchas
pruebas de ello.
Aun en los
casos en que se utilizaban medios médicos, en el Antiguo Testamento
generalmente se atribuía la recuperación a la intervención de Dios; por ejemplo
a la recuperación de Moisés (Éxodos 4:24–26) de la enfermedad ocasionada por su
desobediencia con respecto a la circuncisión de su hijo se le da un sentido
completamente espiritual. La curación de la lepra de María (Numero 12:1–15) y
la de Naamán, por medio de Eliseo (2 Reyes 5:8–14), parecen haber sido
milagrosas. La curación de la mano súbitamente paralizada de Jeroboam (1 Reyes
13:4–6), la resurrección del hijo de la viuda de Sarepta por Elías (1 Reyes17:17–24),
y la del hijo de la mujer sunamita por Eliseo (2 Reyes 4:1–37) son casos
claramente milagrosos. Se ha atribuido la muerte del muchacho a insolación;
pero bien puede haberse tratado de una encefalitis fulminante o una hemorragia
subaracnoidea. (Los judíos conocían los efectos del sol [Salmo 121:6], y en los
apócrifos se menciona un caso de insolación [Judit 8:2–3].)
También fue
milagrosa la recuperación de los israelitas que fueron mordidos por serpientes
cuando miraron a la serpiente de bronce, aunque no se especifican casos
individuales (Números 21:6–9). El hecho de que los israelitas se salvaran de
las plagas de Egipto es un curioso ejemplo de lo que podríamos denominar
“milagro profiláctico”, que se evitó
milagrosamente el mal en lugar de tener que curarlo milagrosamente. La
recuperación de Ezequías (2 Reyes 20:1–11) probablemente fue natural, aunque se
la atribuye directamente a Dios (v. 8) y fue acompañada de un milagro en la
naturaleza (vv. 9–11); posiblemente se trataba de un severo caso de carbunco.
Las
curaciones milagrosas, aun incluyendo las resurrecciones de los muertos, fueron
poco usuales en el AT, y parecería que los pocos casos registrados se agrupan
en torno a las dos épocas críticas del éxodo y el ministerio de Elías y Eliseo.
Para esto véase Éxodos 7:10–12 para milagros en la naturaleza realizados por
Moisés y Aarón. Los milagros de los magos egipcios (Éxodos 7:11, 22; 8.7)
fueron imitaciones de los tres primeros milagros de Moisés y Aarón (aun cuando
el segundo y el tercer intento no hicieron sino aumentar los sufrimientos del
pueblo), pero no pudieron imitar el poder de Dios evidenciado en los milagros
subsiguientes (8:18). De ese modo los milagros de Moisés lograron el propósito
(7:9) de autenticar su palabra de autoridad, y finalmente permitieron la huida
de los hijos de Israel.
Los autores
de los sinópticos dan a conocer los milagros de curación de nuestro Señor en
grupos (p. ej. Lc. 4.40–41) y, en mayor detalle y más específicamente, como
casos individuales. Claramente se distingue la *posesión demoníaca de las otras
formas de enfermedad (p. ej. Mr. 1.32–34, pasaje en que kakoµs ejoµn se separa
de daimonizomenos). La gente acudía a Cristo en gran número (Mt. 4.23–24) y
todos eran sanados (Lc. 4.40). Indudablemente hubo casos de enfermedad mental
también, aparte de los casos físicos, y en una ocasión nuestro Señor incluso
restauró una parte del cuerpo que había sido cortada (Lc. 22.50–51). Al mismo
tiempo, los casos que registra la Biblia sólo pueden representar una pequeña fracción
de los enfermos que seguramente existían en el país en esa época.
En el
relato combinado de los cuatro evangelios encontramos más de veinte casos de
curación de personas o pequeños grupos. Algunos fueron sanados a distancia,
algunos con una palabra pero sin contacto físico, otros con contacto físico y
“medios”, e. d. usando barro hecho con saliva, remedio popular en esa época
para la ceguera (Mr. 8.23; Jn. 9.6) y la sordera (Mr. 7.32–35). Esto puede
haber tenido por objeto aumentar la fe del paciente o demostrar que Dios no
excluye el uso de medios, o ambas cosas. En una ocasión única Jesús realizó dos
milagros sucesivos en la misma persona.
El
Evangelio de Lucas es el único que relata la historia del buen samaritano.
También incluye cinco milagros de curación que no aparecen en los otros
evangelios. Ellos son la resurrección del hijo de la viuda de Naín (7.11–16, la
curación de la mujer que “andaba encorvada” (13.11–16), el hombre con
hidropesía (ascitis) (14.1–4), los diez leprosos (17.12–19) y la curación de la
oreja de Malco (22.51). Ofrece más detalles de los casos, y el autor prefiere
utilizar el término más técnico iaomai para curar, que las voces no técnicas.
En la próxima edición concluiremos Dios mediante con esta
serie. ! No te lo pierdas! Para
preguntas, consejos, escribe: drnunezestrella@hotmail.com o Sígueme en https://www.youtube.com/user/DRNUNEZE
¡DIOS TE BENDIGA!
El Dr. Núñez Estrella
practico medicina general y es especialista en medicina alternativa. Síguenos
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